La crisis global ha obligado a la categoría reina a reinventarse y propiciar la llegada de las CRT para salvar el futuro de una menguante parrilla de Moto GP
Las Moto2 enseñaron el camino, que el presupuesto no tiene que estar reñido con el espectáculo, y MotoGP ha seguido sus pasos. Estamos ante una nueva era 'low cost' donde los equipos pueden pasar de pagar los 3,2 millones de euros que puede pedir Honda por una RC213V en leasing ante los 700.000 euros que puede costar una CRT.
Tecnológicamente todavía hay un abismo entre una CRT y una MotoGP de fábrica que se cifra en cuatro segundos de diferencia, como mínimo, por vuelta. Pero estamos ante la primera temporada y donde la electrónica marca la auténtica diferencia entre unas y otras. Los motores derivados de serie ofrecen una potencia cercana a los prototipos de las fabricas pero el auténtico problema para las CRT es cómo poder aprovechar toda esa potencia, cómo trasladarla del motor a la rueda sin dejarse caballos por el camino.
Con todo, MotoGP ha conseguido engordar la parrilla hasta 21 pilotos para esta temporada a pesar de que solo quedan tres marcas en liza como son Honda, Yamaha y Ducati. En contra, las CRT han propiciado la entrada de BMW, Kawasaki y Aprilia como proveedores de motores. De hecho, la firma italiana, que equipa al Team Aspar, también podría haber desarrollado un chasis propio recuperando el concepto 'carreras cliente', unas motos de fábrica pero más asequibles que podrán en jaque a los fabricantes si no se 'reinventan'.
Fuente: Sport
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