EL MÁS LONGEVO SE RETIRA
Estuvieron sus tres títulos, su mujer y su hijo
En tantos años aguantó hasta martillazos en la mano para correr
Se va el deportista más longevo de la historia del motociclismo. Loris Capirossi pisó en Cheste su última parrilla encima de una moto. Veintidós años más mayor. Veintidós años que pintan una leyenda.
"Loris es único", afirma Pernat, "sólo basta ver cómo se despide". Loris lo deja con un mono especial, un casco recopilatorio de sus mejores memorias y el 58 de su malogrado Sic en el carenado. "Mira si es grande que en su última carrera renuncia a su número 65 para llevar el de Marco", subraya Carlo, que jamás extendió un contrato para formalizar su relación profesional. "Siempre lo hicimos de palabra", explica. Hay quien justifica que no haya ganado más títulos en este deporte —tiene tres— por ser tan buena persona.
Loris decidió dejarlo el viernes de Misano. "Me dijo, Carlo, lo dejo", recuerda. Lo hace por la familia, por una espalda castigada y por el coraje de no querer arrastrarse por la pista. Amado de forma unánime, Loris, "con el coraje de un león", siempre tuvo ángel. En la sonrisa y en sus actos. Como en aquel Assen de 2001. En aquel entrenamiento se partió tres dedos de la mano. "Los médicos, para probar si podía correr le dieron martillazos en la mano y él aguantó sin inmutarse", revela Pernat. Luego, salió de la clínica y gritó como un desesperado. Pero corrió. Y subió al podio.
Su gran momento personal también queda serigrafiado en el casco que lució para la carrera. Fue la victoria de 250cc de 1999 en Assen. "Aquel final tan apretado con Valentino Rossi...", rememora Pernat. También aparecen instantáneas del primer título mundial, la primera victoria de Ducati en MotoGP, en Montmeló 2003... Y algún guiño a su pequeño Riccardo, de cuatro años, que estuvo en Valencia para ver cómo su padre cerraba su sueño. O Ingrid, su inseparable esposa, aquella que conoció en una discoteca de San Remo tras ser descalificado en Mugello.
Fuente: Marca
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