En el carenado mágico de nuestra memoria el deporte de motor encuentra en los derivados de la bicicleta, que dieron vida a DERBI en la década de los años cincuenta, a su más insigne jinete de dos ruedas
En el ronco rugido de la leyenda despega a golpe de gas con los cilindros de su grandeza, siempre con la mirada clavada en el horizonte y su menuda figura fusionada a una máquina en simbiosis perfecta. En aquel momento en el que el vals del viento armoniza hombre y máquina sobre el asfalto, la figura de un genio se eleva poderosa entre las páginas históricas del mundo de las dos ruedas.
Siempre fue un apasionado de todo lo que llevaba ruedas, inevitablemente con riesgo y velocidad de por medio
Desde aquel día ni pensó, ni habló de otra cosa, y aunque Ángel no guarda consciencia de cómo aprendió a montar en motocicleta, recuerda que se subió y comenzó a rodar, a volar sobre dos ruedas sorteando todo tipo de obstáculos hasta conseguir hacer realidad su gran sueño. Y así convenció a sus padres, con 14 años se marchó a Barcelona para presentarse en la fábrica Bultaco. Abordó a Don Paco Bultó para pedirle trabajo y sorprendió tanto al empresario que le dio trabajo, pero en motocross, modalidad que no gustaba para nada a Ángel, que lo dejó para irse con Medrano y hacer una turné por España.
Cuando llegaba el amanecer Ángel se aferraba
a las milésimas de sol que iluminaban su camino
A lo que Rabasa contestó: “Eso lo estudiaremos pero de momento coge una escoba y comienza a barrer el departamento de competición, así te vas enterando cómo funciona todo esto”.
Sin saberlo ambos habían dado comienzo a uno de los binomios más productivos de la historia del motociclismo: el que formaron Derbi y Ángel Nieto. Rabasa creyó en él, cuando llegaba a la fábrica le ataban durante una hora a la Derbi para que se fuera acoplando y Nieto obró el milagro de la fusión del hombre con la máquina. Decía que aquellas máquinas eran como su madre, las quería, las mimaba, las sentía cuando lloraban, cuando se sentían fatigadas…
Aquellas máquinas eran como su madre, las quería, las mimaba,
las sentía cuando lloraban, cuando se sentían fatigadas
Eran otros tiempos, las motos en España no gozaban de la más mínima cobertura mediática, el Madrid de Di Stéfano y los toros copaban todas las portadas. Las motos eran absolutamente secundarias, por lo que su lucha e irrupción en el mundo tuvo vital importancia en el auge de un deporte que hoy en día en España arrastra y apasiona masas. Ángel junto a DERBI trabajó a fondo, y en una de aquellas audiencias de los miércoles en El Pardo con Franco, consiguió del ministro (Torcuato Fernández) además de medallas, una subvención para el motociclismo. Es más fue uno de los grandes culpables de que se televisaran las carreras, pues lo que estaba haciendo Don Ángel era demasiado grande como para que la gente no lo pudiera ver y lo valorara.
Su figura pasó de ser de campeón a la de mito e icono
de una afición por las motos que comenzaba a crecer en España
A partir de ahí Ángel comenzó a disfrutar y el deporte de las motos comenzó a ser considerado como merecía. Su reinado exhibía la grandeza de aquel que ganaba las carreras en la pista y mucho antes de comenzar, pues era muy inteligente sobre la moto y sabía minar la moral de sus rivales desde la parrilla de salida, engañándolos con sus movimientos sobre la moto, simulando una cortada y abriendo gas. Un genio… todo ello en un mundo repleto de paredes, muros y rincones en los que tanto él como sus compañeros se jugaron la vida y en el que muchos amigos la perdieron. Con velocidades puntas de 230 km por hora y evidentes riesgos que prevalecen aún a día de hoy, pero con muchos menos medios de seguridad y protección. Numerosas carreras en circuitos urbanos, como la de un fatídico día 13 (que no quería correr) en Benidorm, en la que tuvo uno de los accidentes más duros de su carrera, al quedarse sin frenos y herir de consideración a varios espectadores. Un duro deporte del motor en el que uno de sus grandes iconos luchó denodadamente para que todo fuera mejor.
Ese era Ángel, aquel que en 1972 consiguió el doblete en Montjuic haciendo un tercero en 125 y un primero en 50 cc, venciendo a Jan de Vries y sacándose la espina del año anterior. Cinco mundiales de pilotos y marcas de un binomio con DERBI espectacular al que se puso fin en aquel año. A partir de ahí lo que hizo fue coleccionar títulos y correr con marcas distintas: Veinticuatro campeonatos de España, noventa grandes premios, 6 veces campeón en 50 cc., 7 veces campeón en 125 cc. Cinco campeonatos del mundo con DERBI entre 1969 y 1972, un campeonato mundial con Kriedler en 1975, 2 campeonatos mundiales con Bultaco en 1976 y 77, 2 campeonatos con Minarelli en 1979 y 1981, y tres campeonatos mundiales con Garelli en 1982 y 1984.
Un genio como él solo nace cada veinte años, su leyenda
voló en el mítico ASSEN
Cuenta Ángel, que un día en la parrilla de salida del Gran Premio de Austria, en Salzburgo, cuando se marcharon los mecánicos y estaba preparado para arrancar a empujón su moto legendaria, miró hacia abajo, sintió el silencio, levantó la vista hacía la trepidante y larga recta y pensó: ¿Qué hago aquí?
Sintió entonces que todo acababa, finalizó la carrera y anunció que se bajaba para siempre de la moto para subirse definitivamente a la leyenda. El niño de Vallecas dejaba de ser moto y cerraba el grimorio de su carrera colgando en la pared inmortal del riesgo y la velocidad un casco con 25 años de incomparable grandeza y 12 + 1 títulos de fusión con una celestial máquina.
Fuente: vavel.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario